Jordi Molla
Venerado como uno de los protagonistas modernos más prolíficos y codiciados de España para adornar el cine internacional, Jordi Mollà lleva más de dos décadas imbuyendo a múltiples personajes creativos: actor, escritor, director y pintor. Mollà nació el 1 de julio de 1968 en Barcelona, Cataluña, España, y se formó en actuación en el Instituto de Teatro de Barcelona; promoviendo sus estudios en Italia, Hungría e Inglaterra.
Como actor, Mollà tiene una impresionante obra de casi sesenta películas. Primero obtuvo elogios en Jamón Jamón de Bigas Luna, seguido de obras notables en Historias del Kronen de Montxo Armendariz, La Celestina de Gerardo Vera y su interpretación de Daniel en La Buena Estrella de Ricardo Franco, donde en la inspiradora actuación de Mollà lo llevó a ser reconocido como un talento brillante y floreciente en la industria española.
Nominado 5 veces para los Goya (premios de la academia española) por sus actuaciones distinguidas, versátiles, extremas y profundas, Molla se había convertido en uno de los mejores de su generación con otros colegas de la industria española como Javier Bardem.
Mollà dirigió cortometrajes y largometrajes, entre ellos: Walter Peralta, No me importaria irme contigo, No somos nadie, 88 y Cinemart: una colección de 20 videoarte exhibidos por primera vez en Barcelona en 2007.
Mollà también ha escrito dos libros: Las primeras veces, y Agua Estancada y varios guiones como España, Bla bla bla, El cisne negro y un par de obras para el escenario como Cielo Naranja y Gris.
Como artista, se sabe que el pintor autodidacta canaliza tanta pasión y propósito en su obra de arte como lo hace con su actuación. Expresivo y audaz, con mensajes abiertos y sutiles combinados con una miríada de colores, Mollà transmite océanos de imágenes desde el ojo de su mente al lienzo, y una gran cantidad de instalaciones de una naturaleza vasta y variada. Aunque parte del arte de Mollà puede parecer espontáneo y creado dentro de los límites de un período de tiempo finito, un gran número de sus obras solicitadas le han llevado al artista muchos años en completarse. Mollà vuelve una y otra vez a una pieza, agregando ideas, colores, sentimientos y universos de experiencia en una nueva unidad de tiempo, enriqueciendo así la obra de arte, otorgándole un aliento y una vida renovados.